Comentario Crítico





¿Quién no se ha sentido con la duda de no saber el Qué, Cómo, Cuándo, Dónde, Porqué, Para qué?. Quién es el primer ilustrador en desarrollar y proyectar el empalme de ideas en cinta magnética. Transformación irresistible en un conflicto que moviliza la acción, dos fuerzas en pugnan por el mismo núcleo, tiempo, lugar, justificación, satisfacer el deseo, objetivo de una sociedad en génesis; La Tragedia del silencio, primera obra totalmente nacional, el primer lugar, grandes premisas en épocas ilustradas, la bondad, la caridad en su más alta expresión, Antioqueño con honor, Luis Acevedo, junto con los Hermanos Di Doménico para el mundo desde la polis colombiana año 1924, inicio inmaculado, penetrar en el silencio que genera la guerra y la violencia. Volvamos al comienzo, la génesis, el éxodo de nuestro producto nacional
Vehemente producción con un itinerario indestructible, dominante, poderoso, la fuerza del cine colombiano, que ha traspasado el tiempo cronológico, pasado, presente, futuro, en busca de una renovación que reproduzca la nueva visión de quiénes somos y para donde vamos.
Procedimiento complejo, extraordinario, inaudito, insólito, inteligible, ensayos de innovación que generan cambios en la manera como percibimos el mundo y esto nos conduce a una historia sin fin, sin embargo podemos distinguir; es una construcción diaria, día a día, productores, guionistas, directores, camarógrafos y actores tratan de desentrañar y crear a su vez  un buen espectáculo apto para todo público. 

Estas consideraciones fundamentan mi forma de introducirlos en el camino del cine Colombiano, penetrar en su fuerte temática y estudiar su evolución y su drama; conflicto perpetuo creador de historias propias que perciben realidades efímeras de imágenes y sonidos cambiantes. Nuevas estrategias para conseguir, perpetuar la unión del contenido filmográfico y así originar una nueva visión de lo que acontece en nuestro espacio, desenlace visual de una serie de acontecimientos fortuitos que desempeñan la labor, creación, especulación, parámetros sigilosos al momento de captar la puesta en escena de los actores del conflicto cotidiano, personificadores de los actos humanos, causa y efecto de su puesta en marcha de sus pensamientos. A partes de nuestra historia nos reflejan el cómo fue posible representar la realidad por medio de un guión, tema, historia, personajes, argumento, sonido, música, fotografía, montaje, arte, interpretación y de cómo una verdadera producción va de la mano con la dirección que representará el futuro de la nación.

Por. Juan Esteban González



La inadecuada percepción del país y en especial de la capital, proyectada  en las películas es el lugar común en Hollywood. La mayoría de los filmes que empiezan y/o terminan en América Latina suelen tener una sobredosis de violencia y explosiones, más aún si el supuesto escenario es Colombia, en donde el narcotraficante vestido de blanco, bastón y bigote, es el enemigo a erradicar. 

Según los productores norteamericanos, los colombianos somos algo cercano a la fusión entre terrorista, mafioso y cavernícola bien armado, que poco entiende de los nobles fines del héroe ojiazul, que viene a estas tierras olvidadas de Dios a sudar y derrotar a cuanto desnutrido colombiano se le atraviese.

Sin embargo, no es nada nuevo, ni siquiera para otros países y culturas que también lo han sufrido, directores de la Cinemateca Distrital: “Hollywood desde hace tiempo intenta retratar otras culturas con poco acierto pero siempre resulta acertando con los irlandeses como borrachos y los colombianos como narcotraficantes y personajes violentos”.

Al parecer los productores, directores y actores tienen un conocimiento muy limitado de este país en el que hay carros, edificios, centros comerciales, teatros, universidades (parece increíble que se tenga que decir esto. Quién lo creyera). 

Por eso no está de más invitarlos a que se informen sobre Colombia, si de veras quieren retratarla, pues lo que se muestra es “una imagen sensacionalista y ligera de la realidad colombiana que delata un alto nivel de ignorancia. Si bien Colombia adolece de problemas de seguridad y pobreza, hay países más violentos y muchos que son bastante más pobres”, a lo que se añade: “Esta imagen anticuada de nuestro país ya no existe en los círculos oficiales, aunque desafortunadamente todavía subsiste en el imaginario popular norteamericano”.

No se trata de tapar el sol con un dedo, pero tampoco de ponerle una lupa para intensificarlo. Nadie niega que tenemos miles de ‘Marías llenas de gracia’ y (por qué no decirlo) otras tantas llenas de cocaína, también que vivimos una situación de violencia constante y que la pobreza nos golpea, pero no de la forma casi caricaturesca que estas producciones lo señalan.
“No puede negarse que Colombia está enmarcada en el problema del narcotráfico, de la guerrilla y del secuestro, esas son cosas innegables. Sin embargo, al reducir la narración a estos aspectos, dejan fuera lo positivo que tienen nuestras ciudades y nuestra gente”. 

Nuestra parte de culpa De otro lado, valdría la pena pensar si nuestra propia producción cinematográfica hace parte este engranaje, pues la temática recurrente en muchas cintas nacionales tiene mucho de violencia y crimen.

Sin embargo, como anota el cineasta, “el tema (la violencia) golpea y hiere, y por eso se debe atender y desarrollar, pues estos temas son como obsesiones”. Para él, la diferencia radica en que “ellos no nos conocen, no investigan y no se interesan en saber cómo somos nosotros. Manejan clichés que son una forma infantil de desconocernos y de vernos que no contribuye en nada”.

Trabajaríamos con el mismo lenguaje con el que se comunica Hollywood: fiestas, encuentros y relaciones públicas. ¡Eso sí, fiestas donde no puede haber marihuana ni cocaína! En su lugar ofreceríamos cocteles zanahorios de Mockus, como el jugo de guayaba, guanábana y tantas frutas tropicales que allá desconocen”.

Por. Yully Suarez